miércoles, 27 de octubre de 2010

LA HISTORIA DE COMO NO APRENDER HISTORIA

Buenos días compañeros:
Comparto con ustedes el siguiente texto como un ejemplo de como se enseñaba la historia en nuestras escuelas secundarias y primarias, espero después de su lectura reflexionemos sobre lo que podemos mejorar en nuestra practica actual.


LA HISTORIA DE CÓMO NO APRENDÍ HISTORIA
Agenda Historia : Año I / Nueva Época / Nº 5 Marzo 2004

Luciano González Velasco

Ya me resigné. En la vida no voy a aprender Historia. Toda enseñanza comienza en el hogar, según dicen. Pero, en mi casa, aunque no faltábamos a los desfiles y festivales, nunca pudimos distinguir de qué conmemoración se trataba. Excepto "del grito", que eran en la noche, las demás fiestas eran más o menos lo mismo: los niños y la gente "marchando", alguien que contaba algo en el micrófono y algunos bailables. Así que el saber historia en la familia, nunca fue algo que nos quitara el sueño o el hambre, menos que nos ayudara a aliviarlos.
No pasé por preescolar, así que no trabajaron conmigo las cosas como el antes y después, lo cerca y lo lejos, lo de la ubicación espacio temporal, etc. Y no me pesa, pues en muchos jardines de niños todavía no lo trabajan y esto sí que me duele. Pero el caso es que ahí tampoco tuve las bases para abordar y entender lo histórico.
Luego vino la primaria. En 1º y 2º la historia consistió en repetir nombres y fechas, en colorear dibujitos y escribir de quién o de qué se trataba. Como eso era, yo no me podía imaginar el porqué no se habían juntado Hidalgo, Juárez y Madero y le habían dado su merecido a los malos. 3º y 4º fueron de anécdotas, dibujar héroes, ver mapas y datos. Uno podía aspirar a que no se lo llevara el viento igual que a Juárez. Pero el asunto de lo temporal siguió pendiente y más aún el de la comprensión de lo histórico. 5º y 6º fueron ya más complicados y aburridos, nomás imagínense cosas como ésta: el profesor de 5º nos ponía a leer a todos en coro la misma lección. Las familias alrededor de la escuela se sentían felices y satisfechos (yo creo que mi profesor también) de escucharnos a todos diciendo al unísono la lección, con cosas como: "Don Francisco y Madero entró a la ciudad de México...". Ahora piensen en estos comentarios: ¡Qué buen profesor!, ¡Qué bien estudian en esa escuela!
La cosa se complicaba, pues había que hacer localizaciones, dibujos de mapas y ahí señalar con colores algunas zonas, contestar pruebas que contenían columnas para relacionar y había que acertar o adivinar cuál letra o número iba en qué paréntesis, aparte de que venían preguntas, mapas y dibujos, ¡no’mbre!, era mucha ciencia.
Luego estaban las dichosas maquetas. De algo han de haber servido, pero no para aprender historia. ¡Una de trabajos para toda la familia! Por ejemplo, con los disque pozos petroleros, que en nada se parecían a los que teníamos por ahí cerca. Eso me hacía pensar en que atrasados estábamos en la región, pero que alguna vez, cuando vieran torres petroleras de los libros y las maquetas que hacíamos, entonces sí las iban a hacer como debían. Luego era llevarlas completas a la escuela para que las revisaran y, algunas veces, para que se hiciera una exposición. Finalmente, de regreso a casa con el mamotreto aquel, a ponerlo en un rincón donde no estorbara, hasta que al paso del tiempo se iba deteriorando, desbaratándose, estorbando más y más, hasta que terminaba en la basura.
En fin, si tenías buena memoria y decías el nombre del héroe, la fecha y el acontecimiento, todos juntos, te ponían diez. También podías aprender una recitación alusiva o salir en un carro alegórico con algodones en la cabeza y una media, para parecerte a Hidalgo, o hasta salir de borreguito con don Benito. También por eso te ponían diez, pero, en mi caso, no era suficiente para aprender.
En secundaria ya fue otra cosa. Me tocó un profesor aficionado a lo audiovisual. A primera hora de la mañana veíamos ruinas. Una de restos de pirámides, de vasijas y objetos que el profesor distinguía muy bien a qué cultura pertenecía. Yo intenté aprender algo, pero luego salió con que eran unos del período clásico, otros del temprano o tardío y se me acabó de hacer bolas el engrudo.
No lo entendí nunca, pero como tenía práctica en aprenderme nombres, todavía lo puedo decir aunque no me lo puedo explicar.
Y  bueno, estaba también el hacer cosas como mapas, ponerle dibujitos y colores, pero agregando esquemas, resúmenes, cuadros sinópticos y síntesis. ¡Toda la pedagogía y la técnica de la enseñanza de la época!
Y así podría seguir contando sobre cómo llegué a ser el gran ignorante en historia (como en otras cosas también) sin que me diera cuenta siquiera de tal situación.
Cuando me percaté de ello, fue cuando escuché a gentes hablando de causas y efectos de los hechos sociales, de la repercusión de los acontecimientos históricos en nuestra vida diaria, de que la historia se escribe todos los días.
Entonces sí que los datos, fechas y nombres ya no me sirvieron ni para presumirlos. Menos cuando alguien cuestiona a aquellos héroes que aprendí eran algo así como semidioses. Ahí fue donde llegué a mi conclusión: ya me resigné, en la vida no voy a aprender historia.


* Tomado de Revista La Tarea. Revista de Educación y Cultura de la Sección 47 de SNTE. # 10. Octubre de 1998 www.latarea.com.mx

martes, 26 de octubre de 2010

HISTORIA EXPLICATIVA - HISTORIA COMPRENSIVA

La historia como asignatura escolar tiene varios fines educativos, entre los que destaca la comprensión del presente. Una de las características del conocimiento histórico, es el estudio del devenir de los hombres en el tiempo, es por ello que  para Marc Bloch la historia "es la ciencia de los hombres en el tiempo", y tiene razón, porque es imposible desarrollar un estudio histórico alejado del factor temporal. O como lo señaló otro historiador francés Femand Braudel. “El historiador no se evade nunca del tiempo de la Historia: el tiempo se adhiere a su pensamiento como la tierra a la pala del jardinero". Con lo anterior se quiere decir que la historia se mueve ineludiblemente en el tiempo, y que la justificación de su existencia se encuentra precisamente en el hecho de que el estudio del pasado nos es útil para entender el presente, si no fuera así, esta ciencia sólo sería un entretenimiento.
Con esta idea, decimos que el valor formativo de la historia en la educación primaria y secundaria, es la comprensión del presente. Para poder explicar el presente hay que acercarse a la comprensión del pasado, pero no como el simple recuento de verdades absolutas, sino acercarse con una mirada crítica, que permita comprender que el conocimiento histórico implica una serie de habilidades cognitivas para poder apropiarse del pasado y a partir de ello, comprender el presente, el mundo en el que se vive.
Así planteado el problema, el estudio de la historia en la escuela, tiene la finalidad de despertar el interés por el pasado para comprender de mejor manera el presente, no en forma mecánica o de repetición memorística, sino como producto del acontecer a través del tiempo. De esta manera, los alumnos tendrán que desarrollar su capacidad para la búsqueda de respuestas, ya que la historia es ante todo una forma de conocer la realidad (pasada) en la que están implicadas habilidades cognitivas que nos permiten encontrar las relaciones de problemas del presente con el pasado.
Si el alumno de educación básica se aproxima a la compresión del mundo en que vive y como sujeto histórico se ubica como parte de ese mundo, entonces le estará atribuyendo un significado y un sentido a lo que aprende. En este sentido, los contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales, propios de esta disciplina escolar, estarán contribuyendo para que los estudiantes puedan desempeñarse como ciudadanos responsables, al reconocer los valores universales, la diversidad social, el respeto al patrimonio cultural y natural, lo que favorece para que se reconozcan como parte de su comunidad, país y el mundo.
Si tomamos en consideración los fines educativos de la historia, seguramente se logrará, como docentes, estimular la curiosidad de los alumnos por esta disciplina de tal manera que les ayude a comprender mejor el mundo que les toco vivir, a entender, incluso, las noticias de actualidad, para ello esta asignatura les ofrece herramientas necesarias para que los estudiantes aprendan a pensar históricamente. Para lograr estos fines, hay que comprender a cabalidad el valor formativo de la asignatura de historia en el currículo de la educación básica y la importancia que reviste para formar alumnos con criterio.
Es importante también señalar que la enseñanza de la Historia se encamina a que los alumnos adquieran las competencias (conceptos, procedimientos y actitudes) necesarias para comprender la realidad humana y social del mundo en que viven.

La progresión y complejidad de la enseñanza con base en el desarrollo cognitivo de los estudiantes de los diferentes grados y niveles educativos. De este modo, la enseñanza aprendizaje deberá considerar el desarrollo intelectual de los alumnos desde el pensamiento concreto al formal. Con base en ello, la organización de los programas de estudio considera la presentación de los contenidos temáticos, los procedimentales y los Actitudinales.
Las competencias genéricas que se propone desarrollar en el aula son las cinco contenidas en el Perfil de egreso: competencias para el aprendizaje permanente, para el manejo de la información, para el manejo de situaciones, para la convivencia y competencias para la vida en sociedad; además de las propias de la Historia. Además de las competencias que estructuran los programas de la asignatura: Comprensión del tiempo y del espacio históricos, manejo de información histórica y formación de una conciencia histórica para la convivencia.
También es importante identificar aquellas competencias que son comunes a otras asignaturas para fortalecer su desarrollo y hacer las relaciones pertinentes para que los alumnos encuentren mayor significado en su vida. 
Para que los alumnos desarrollen las competencias es fundamental un cambio en la concepción de enseñanza y aprendizaje, es decir lo importante es la comprensión de la asignatura y evitar una enseñanza que se base o privilegie la memorización de información pasiva y verbalista. Es importante encontrar el equilibrio entre las fechas clave y la comprensión de los acontecimientos y procesos históricos.